En el día a día a veces estamos funcionando como autómatas. Nos estamos dejando llevar todo el rato por un flujo de ideas constantes que nos vapulean a su antojo. Como si estuviéramos en los rápidos de un caudaloso río. Nos dejamos llevar y no somos dueños de nuestra propia voluntad a la hora de vivir la vida. Es como un caballo desbocado. Por eso cuando en la caminata nos paramos, nos detenemos. Cuando en la meditación, a través de nuestra atención concentración nos detenemos y dejamos de buscar nada que esté fuera de nosotros, una puerta de conexión con la realidad se abre. Empezamos a estar en contacto con la verdadera naturaleza de las cosas y las personas.
Esa luz, esa iluminación de la que hablas es la verdadera esencia de todo lo que te rodea, que al abrir una puerta dentro de ti te inunda, te llena, te penetra y es tal la claridad que puede llegar a deslumbrarte. Es la "clara luz del gozo", en palabras de un lama muy sabio.
Además de la enseñanza de "las tres joyas", de que te hable antes de la meditación, en la tradición budista hay una enseñanza que habla de las tres puertas de la liberación. Y está muy relacionada también con la práctica del otro día. La vacuidad (shunyata), la ausencia de signos (animita) y la ausencia de objetivos (apranihita). Esas son las tres puertas. Apranihita se refiere a esa paz que brinda el soltar, el dejar de buscar, el alivio que se siente al tomar conciencia de que no hay nada que hacer ni ningún lugar a donde ir. Que todo está bien. Por eso cuando te de detienes, cuando tedas a ti mismo la oportunidad de parar, como tú dices, la sensación de paz que te embarga es muy grande y muy profunda. Algo indescriptible.
Sobre la disciplina de la práctica de la meditación tengo que decir que no creo que tú y yo seamos diferentes en absoluto. El concepto que tú tienes de ti mismo es lo que te hace ver la práctica de la meditación como algo ajeno a tu vida. Pero tú eres meditación. Ya que la meditación no es más que liberarte de todo concepto y ser tú mismo. Así que en realidad no es necesario tener inquietud por practicar meditación, sino más bien no impedir que nada se interponga entre ti y tu verdadera esencia. Para meditar no hay que hacer cosas, sino más bien dejar de hacerlas.
En realidad la meditación es solo una técnica. La técnica de la no técnica. Te permite estar conectado con tu propia vida y con todos los seres que te rodean, pero no es el fin. Solo cuando traes la meditación a la vida comienzas a vivir de verdad. Así que aunque a veces la meditación exige ciertas dosis de perseverancia, es todavía más duro y trabajoso, e incluso penoso, mantener una división entre ti mismo y la realidad última de las cosas y las personas. Cuando comprendas esto no solo a un nivel intelectual sino también a un nivel mucho más profundo entonces ya no le pondrás tantas pegas a la práctica de la meditación. Y que conste que yo tampoco me paso el día meditando, pero si intento meditar sobre la vida que en realidad no es otra cosa que vivir. Vivir conscientemente. A veces lo consigo y a veces no. Como tod@s. Lo importante es intentarlo.