viernes, 28 de marzo de 2014

Pequeñas pinceladas sobre la comprensión de respeto.








Masculino y femenino es una unidad, una totalidad, como bien sabes y
comentas, la palabra china yinyang es un solo vocablo que expresa las
dos energías en perfecta fusión, en movimiento, interactuando
interrelacionadas formando un continuo. Esas energías están dentro de
ti y están fuera.  Si no estuvieras dentro de un cuerpo de mujer tu
energía masculina y femenina sería un todo indiferenciado. Y perderías
radicalmente tu conciencia de ser femenino. Al tomar forma en un
cuerpo de mujer o de hombre durante muchas vidas. La polaridad
masculina y femenina te lleva a fusionarte y separarte una y otra vez
con el otro (y del otro) sexo a diferentes niveles relacionales, desde
los más bajos hasta los más sutiles.  Es un juego de
atracción/separación en el cual se producen tensiones que se van
grabando en tu memoria corporal durante muchas vidas.  Las tensiones
te impiden confiar en el otro sexo.  Pero tu propia persona en sí
misma es una dualidad, Por que existe una energía manifestada en forma
de cuerpo de mujer (o de hombre) y otra energía latente que subyace en
tu interior.  Estas dos energías unidas son la totalidad de tu ser.
Las tensiones hacia el sexo contrario son tensiones interiores que se
manifiestan como la negación de una vertiente de ti misma. Y son el
resultado de heridas sufridas en el pasado en tu dignidad de hombre
y/o de mujer. Por eso no confiar en el otro sexo de alguna manera
representa el drama de no poder confiar en una parte de ti misma.




Solo la armonización de tu propia energía masculina y femenina te
lleva a transcender esta división, esta dualidad sexual.  A través de
una  entrega que se hace más y más profunda puedes alcanzar una
confianza plena en el otro y liberar las tensiones de tu memoria
corporal acumuladas durante muchas vidas.



Pero un amor tan profundo que puede llegar a transformar tu propia
energía es  un amor que se da, que se sacrifica para que tú vivas,
para que el otro viva. Para que tú puedas ser. Es la fuerza de la
renuncia. Una muerte para nacer en el otro. Como cuando una madre se
sacrifica por su hijo y se quita su propio sustento para entregárselo
a su hijo aún a costa suya.  De hecho si tú has nacido mujer es por
que un ser masculino dejó de ser para que tú tomaras forma como mujer.
Es algo muy mágico que tienes la posibilidad de experimentar desde tu
corazón.  Dar ese paso no siempre es fácil, pero es una entrega y una
confianza tan plena en el otro sexo que te honra muy profundamente y
te dignifica tanto que se produce una armonía muy profunda entre tu
energía masculina y femenina a nivel interior. Tanto es así que se
produce el nacimiento de una mujer muy plena dentro de ti. Una mujer
total, por que interiormente se liberan y desaparecen todas las
tensiones acumuladas durante siglos de existencia debido a esa
división sexual aparente a la cual hemos dado crédito.  Los velos de
ignorancia desaparecen y se va tomando conciencia de que no existe tal
división. Es solo apariencia.  Dos seres compartiendo en perfecta
unión. No sabes dónde termina uno y donde empieza el otro. No importa
quién es hombre y quién mujer. Eso es completamente indiferente. No
importa nada en absoluto. Solo dos seres sintiéndose el uno al otro y
compartiendo. Dándose y recibiendo sin importar quién es quién.

En ese momento, en el momento de la renuncia. Tienes
que armarte de valor para dar y dar con el corazón. Dar con el corazón
implica una  alegría interior muy profunda, una belleza muy sutil,
algo verdaderamente especial.

Se trata, como tú dices, de abrir el corazón y abrazar ese dolor como la
madre tierra abraza a todos los seres y alivia su sufrimiento. Como
una madre que abraza a un niño y su dolor, con la ternura que ella le
expresa, se va calmando.  En esto
es muy importante el sentimiento de respeto, pero solo cuando seas
capaz de respetar tus propios sentimientos, los sentimientos más puros
que albergan tu alma y tu cuerpo, entonces serás capaz de respetar al
otro, de morir por el otro, de renunciar.  Y esa renuncia te hará
crecer como persona.

Lo que trato de expresarte es muy intuitivo. Te hablo dirigiéndome a
tu cuerpo, tu mente y tu alma. El mensaje hay que entenderlo desde lo
más profundo del corazón.

La naturaleza es nuestra maestra. Solo hay que escucharla y ella nos
habla. Nos da sabias lecciones para el corazón.
El domingo pasado, caminando por un sendero a través de un bosque de
laurisilva, me llamó la atención un laurel muy viejo de tronco
corpulento y gran altura rodeado de una veintena de chupones.
Conociendo el peculiar sistema reproductor que adoptan estas formas
naturales visualicé ese mismo árbol dentro de cien años como un anillo
de grandes troncos que por el momento solo son chupones y su tronco
madre ausente ya y sustituido por el anillo de laureles.

Continué
caminando  otros cien metros y me encontré con un ejemplar que había
adoptado dicha forma y no era producto de mi imaginación.  Un anillo
perfecto de menos de un metro de diámetro formado por unos diez
troncos de laurel que crecían alrededor de un espacio vacío que en su
momento ocupó el tronco madre.  Esta típica formación arbórea de la
laurisilva adopta siempre un aspecto similar a una jaula circular
formada por troncos.   Quedé impresionado por la energía del árbol. O
no sé si llamarlo mejor comunidad arbórea ya que en realidad se trata
de  9 o 10 laureles que unidos forman un solo ejemplar.  Hechizado por
sus formas, sin darme ni cuenta, me introduje en el interior de la
jaula formada por todos los troncos del árbol.  Encontrándome allí
pude percibir la energía del tronco madre, que en un momento ocupó ese
lugar más intensa y profunda que si aún estuviera presente y
físicamente vivo. Su energía continuaba viva  a través de todos los
hijos que rodeaban ese espació y en su ausencia se podía percibir su
presencia de luz más clara e intensa que el mismo sol.  Había dejado
de existir para que sus propios hijos crecieran y se convirtieran en
ejemplares adultos. Ese amor, esa transmisión de energía se encontraba
presente en el lugar y vibrando a pesar de que el tronco madre había
desaparecido por completo.  No se podía ver con los ojos pero se podía
percibir su presencia , se intuía claramente y cualquiera capaz de
abrir su emoción y su sensibilidad podría darse cuenta de que, sin
más, se encontraba allí.


La meditación es una energía similar. Es un estado profundo en el cual
la ausencia de ser te permite ser con todo lo que te rodea. Residir en
cada ser sintiente en cada piedra, en cada hoja, en cada flor.
Renunciar a ti mismo te lleva a renacer en todos y cada uno de los
seres de todos los mundos.  Esto es ausencia de estimación propia, como ya decía el Bodhisatva Langri Tangpa en el s. XI, que no es otra cosa que desapego. Y es lo único que puede
permitirte estar presente en todos y cada uno de los seres como sí
realmente no existieras. Y de hecho, de alguna manera no existes y por
eso puedes renacer en el otro  y en todo lo que te rodea.  Podemos
decir que no existimos por que la vida es un componente tan esencial
de nuestro devenir como lo es la muerte. Por lo que también estamos
formados de muerte, nuestras células mueren y se renuevan cada segundo
que pasa. Solo aceptando esa realidad y permitiéndole que siga su
curso podremos comprender la realidad tal como es y fluir con ella y
en ella.
Amar es morir para nacer en el otro. ¿Que en el momento de morir nadie
nos garantiza que vamos a nacer después?. Pues no. Desde luego que no.
 Pero no nos queda otra que confiar. En eso consiste el amor: en
confiar, en entregar tu energía creyendo en que el otro la va a
sostener.  En escuchar tus sentimientos y arriesgar tu energía sin
esperar nada, pero con la convicción de que todo lo que das merece la
pena darlo simplemente por que tu corazón te lo dice.



Quiero dedicar todo el contenido de este blog al beneficio de todos los seres. Gracias.