domingo, 14 de junio de 2015

EL ARCOIRIS Y EL AMOR TRANSCENDENTE





Cuando dos personas se miran a los ojos y en ese perderse en la mirada del otro se dan cuenta de que no existe separación ni acercamiento, entonces se produce una transformación muy profunda. Es como darse cuenta de que no existe nacimiento ni muerte pero en lo que respecta a las relaciones interpersonales o relaciones sentimentales, como se las quiera llamar. Todas las relaciones en apariencia tienen un principio y un fin, pero si las miras profundamente no hay una chispa que haga surgir el amor ni un desencuentro que motive una ruptura porque el amor ya es desde siempre y hasta siempre seguirá siendo. Las condiciones y las circunstancias, propiciatorias o impeditivas, internas o externas a la relación en sí, permiten que florezca o se marchite, pero el amor siempre ha existido y siempre existirá independientemente de que tome forma o no lo haga.  Por eso no hay nada, absolutamente nada, a lo que apegarse y tampoco hay nada que desear.



La comprensión  de respeto, en el camino hacia la transcendencia de la dualidad sexual permite a dos personas situarse más allá de la ilusión del nacimiento y la muerte, de la ilusión de separación y unión, en lo que respecta a la relación sentimental.

La relación sentimental es entendida como una relación interpersonal o mejor dicho transpersonal, ya que cuando las personas implicadas en esta experiencia arrojan luz sobre la verdadera naturaleza de la relación. La relación se abre y transciende a la propia pareja. Pudiendo integrar a todos los seres en esa devoción que surge entre dos personas que se aman profundamente. La experiencia transciende la persona, transciende la pareja y, al transcender, desaparece todo miedo a la ruptura, todo miedo al fracaso, todo miedo a la no correspondencia del amor profesado. Todos estos miedos desaparecen como pompas de jabón. 


La energía cultivada de esta manera es lo que se conoce como gran gozo o éxtasis. Esta energía combina en idénticas dosis respeto y entrega.  Solo confiar el amor pleno y ser capaz de renunciar a todo lo que uno es capaz de dar y recibir puede permitir que esta energía germine, poco a poco vaya creciendo, hasta que un día, por fin, florezca por y para el beneficio de todos los seres. 




Quisiera aquí citar un pequeño texto del Lama Geshe Kelsang Gyatso. El dice:  "... Cuando alguien se marcha, sentimos que una persona con existencia verdadera se va, y cuando alguien vuelve, pensamos que una persona con existencia verdadera vuelve. Sin embargo, el ir y el venir de las personas es similar a la aparición y desaparición de un arco iris en el cielo. Cuando se producen las causas y condiciones para que aparezca un arco iris, este aparece, y cuando se producen causas y condiciones para que desaparezca, desaparece, no obstante, el arco iris no viene de ningún sitio ni se va a ningún lugar."   Del mismo modo que este arco iris, del cual nos habla el venerado Lama, el amor que hay entre todos nosotros ni se produce ni se destruye. Y,  más concretamente,  para centrarnos en la experiencia amorosa sentimental, el amor que nos pueda despertar una persona que "aparentemente" haya llegado a nuestra vida, ni surge ni desaparece, ni florece ni se marchita. Solo tomando conciencia de esto podemos alcanzar la verdadera felicidad y la verdadera libertad. Una felicidad y una libertad que, por otra parte, ya residen en nosotros desde siempre, de manera silenciosa e íntima, esperando ser cultivadas.













Feliz verano a tod@s. Retomamos el taller de senderismo y meditación en septiembre. 





                                         Namaste Nepal