sábado, 15 de septiembre de 2012

Amor consciente y meditación.

Es triste que existan tantos conceptos en la conciencia colectiva acerca del sexo masculino y el sexo femenino. Donde quiera que vas la gente emite juicios:  “Los hombres son simples, las mujeres complejas”.    A veces se lo escucho a decir a gente que realmente aprecio y me da pena.
“Los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez, las mujeres sí”. Y estos son los juicios más lights. Si me voy a lo más heavy podría escuchar:  “Los hombres engañan”, “las mujeres estamos legitimadas para desconfiar”.  Y si seguimos por este camino podemos llegar a escuchar cosas verdaderamente terribles acerca de un sexo y del otro.  Todos esos conceptos son los que instigan nuestros temores y recelos acentuando el abismo existente entre los géneros, es decir, la división sexual. Como, por otra parte, el deseo sexual nos lleva a querer franquear constantemente ese abismo, está abonado el terreno para que se produzca irremisiblemente una guerra entre ambos sexos. La ambivalencia nos empuja al precipicio del deseo y el temor, del placer y del dolor, de la frustración y la satisfacción.
La lucha de géneros no solamente tiene lugar en el exterior, en el contexto relacional y social, también en nuestro propio mundo interior queda declarada la guerra cuyas consecuencias son graves tensiones y malestar a nivel personal, no importa a qué sexo pertenezcas. 
Los conceptos nos impiden percibir y conocer la realidad última de las personas que comparten con nosotros la vida. Y concretamente, en lo que respecta a la conciencia de sexos, los conceptos nos impiden percibir la verdadera esencia del sexo opuesto y por consiguiente la esencia de nuestro propio sexo.
Las palabras del maestro budista Thich Nhat Hahn tal vez puedan arrojar un poco de luz sobre este complejo círculo vicioso, que bien mirado, tal vez no sea tan complejo sino más simple de lo que en principio parece:
“El nirvana significa extinción, ante todo la extinción de todos los conceptos e ideas. Los conceptos que tenemos de las cosas nos impiden percibirlas realmente. Si queremos percibir la verdadera rosa debemos destruir nuestras ideas.  Cuando preguntamos: "Querido Buda, ¿eres un ser humano?", significa que tenemos un concepto del ser humano. De modo que Buda se limita a sonreirnos. De esta forma nos anima a transcender nuestros conceptos y a sentir el verdadero ser que él es. Un ser verdadero es muy distinto a un concepto."
Entre los hombres y las mujeres no existe nada que nos distinga. En esencia somos absolutamente iguales. Como mujer estás formada por un "no hombre". Como hombre estás formado por una "no mujer". La esencia del ser humano transciende la división de géneros. Nuestra condición masculina o femenina es impermanente y está destinada a cambiar. Si observas mucho más profundamente dentro de tí no hay nada que te defina como hombre o como mujer. No lo busques por que no lo hay. Te será imposible encontrarlo.
Eres mujer o eres hombre y es un verdadero tesoro formar parte de tu propio sexo, pero al mismo tiempo eres más que tu propio sexo.
Si no somos capaces de ser conscientes de esto actuaremos como integrantes de uno de los bandos y jamás nos será posible amar con plena libertad.  Amar incondicionalmente, es decir, sin condición alguna, sin límites. Amar conscientemente.
Amor incondicional es el amor que se encuentra más allá de toda condición, incluida la condición masculina y la condición femenina. De todos modos para expresar el significado del amor incondicional las palabras se quedan muy cortas. Tal vez podamos acercarnos más con una mirada, una sonrisa, una caricia, un beso…

domingo, 2 de septiembre de 2012

Sobre el apego

Para el budismo y otras tradiciones de sabiduría transcendental el apego se entiende como el acto de aferrarse a algo, de no querer desprenderse de algo. Normalmente es algo que tienes miedo de perder o que deseas conseguir.  Ese objeto de deseo que está solo en tu mente de alguna manera guía nuestras acciones y nos impide ser plenamente conscientes a la hora de expresar amor.  Un ejemplo podría ser una persona obsesionada por obtener placer y vivir orgasmos. O por el contrario, por evitarlos si tiene problemas de eyaculación precoz.  Piensa en su placer está tenso, no puede relajarse no puede amar sin más y vivir el momento, no puede profundizar en el amor, su mente está distraida.
En cambio renunciar al apego es practicar un amor que se da de sí, que libera, sin egoismos ni pretensiones, sin posesión. Un amor que no busca la satisfacción del propio deseo, sino que está más allá, libre de todo apego y libre de toda aversión.  La aversión es otra forma de apego y consiste en que cuando no puedes conseguir el objeto de deseo o cuando corres el riesgo de perderlo, reaccionas con desprecio y rechazo hacia éste.  Por lo que, aunque no lo parezca, sigues apegada a ese objeto de deseo, eres incapaz de dejarlo márchar.  Es un mundo complejo el de los afectos. Una persona podría despreciar a otra sin llegar a saber jamás si ésta podría haber sido el amor de su vida o al menos una relación muy gratificante, y lo puede hacer solo por orgullo y amor propio, por pensar que está por encima del otro.  Esto es estar apegado al propio ego.  A veces el ego funciona como una coraza que te impide relacionarte con los demás y por eso en la tradición budista se habla de renunciar al apego. 
En cambio el concepto de apego en pedagogía y en psicología evolutiva es muy diferente.  Aquí apego se entiende como vínculo. Lo que dice la teoría del apego es que el niñ@ tiene la necesidad biológica de apegarse. El adulto también, pero para el niño es vital en su proceso de desarrollo, por que si no establece vinculos afectivos durante su infancia desde el momento del nacimiento pierde su capacidad de apego y esto le va a generar muchos problemas durante el resto de su vida.  El niño y la niña necesitan apegarse y vivenciar relaciones maternantes con referentes afectivos adecuados, si son sus padres ideal, y si no otras personas que puedan proporcionar al niño y a la niña esa vivencia.
 
Es más importante que el niño y la niña hayan establecido vínculos profundos durante sus primeros años de vida aunque después los pierdan a que nunca los haya tenido. Es por ejemplo lo que sucede con unos padres que sufren un accidente y mueren. Si el niño fue un niño querido durante sus primeros años de vida. Elaborará un duelo y continuará adelante. Será un niño sano y podrá amar con libertad a pesar de la pérdida.  En cambio un niño que se cría en un contexto social y/o familiar desestructurado,  donde las relaciones de apego que establece son inseguras o ambivalentes, va a estar condicionado siempre y el trauma es muy díficil de superar. El dolor de la carencia afectiva va a estar latente toda su vida condicionando su forma de desenvolverse en el mundo. Es decir, no importa tanto que se pierda la figura de apego, lo que importa es que haya existido. 
Si tratamos de hacer una sintesis entre ambas tradiciones se podría concluir que el amor incondicional transcendente requiere de la experiencia consciente y profunda del apego afectivo pero también de la experiencia consciente y profunda de transcender toda forma de apego a través de la renuncia. Alcanzando con ello un espacio de relación donde el amor se manifiesta libre de toda forma de apego. Más allá de toda posible interferencia producida por los deseos y temores que habitualmente contaminan las relaciones afectivas con el ser amado.
La meditación representa un medio de atención consciente para alcanzar ese estado de profunda conexión con la naturaleza última de las personas y las cosas.   Meditación es la técnica de la no técnica. Por que en realidad nada te separa de las personas y las cosas.  De hecho cuando dejes de "hacer" entonces es cuando te abres al momento presente y eres capaz de reconocer a todos los seres sintientes tal cual son más allá de toda sombra de apariencia, de toda percepción errónea y de toda proyección de tu mente basada en deseos y temores ilusiorios e inexistententes.