miércoles, 10 de agosto de 2016

El Bodhisatva Avalokitesvara y la joya que concede todos los deseos.



El Bodhisatva Avalokitesvara y la joya que concede todos los deseos.
También conocido como Chenresig, según su nombre tibetano, representa
al ser que tras haber alcanzado la iluminación su compasión es tan
profunda que decide conscientemente retornar para ayudar a los demás
seres a alcanzar la iluminación. Chenresig es la manifestación de la
compasión pura e ilimitada del amor y de la sabiduría. Su cuerpo es de
luz blanca, transparente y resplandeciente.  Su rostro es apacible y
sonriente e irradia su amor hacia todos los seres sintientes. Tiene
cuatro brazos.  Dos de sus manos se unen en el corazón y sostienen una
joya concede todos los deseos y sana todas las heridas. Las otras dos
manos, levantadas al nivel de los hombros, sostienen la derecha un
rosario de cristal y la izquierda un loto blanco. Se sienta sobre un
disco lunar blanco, encima de un loto abierto, con las piernas
cruzadas en posición de loto completo.




El poder de conceder todos los deseos no es un mérito obtenido de
manera gratuita. Si esta joya que sostiene entre sus manos tiene el
poder de conceder todos los deseos es precisamente por la renuncia
sincera y profunda a todos los deseos por el beneficio de todos los
seres que profesa el Bodhisatva. La joya es el resultado de un
sentimiento de compasión ilimitado y una renuncia consciente en favor
de los demás.  Es pues sencillamente este sentir puro lo que hace a la
joya obtener merecidamente dicho poder.
Tomamos refugio en el Bodhisatva cuando nos confiamos a él. Su joya de
luz nos concede todos los deseos luego nada puede preocuparnos en el
futuro. Podemos morar en paz en el presente, porque todo lo que
podamos desear está a nuestra disposición y nos lo brinda su joya de
luz.

La joya que sana todas las heridas. Como sana todas las heridas nada
nos puede preocupar en el pasado, podemos morar en paz en el presente.
Chenresig ha obtenido la joya que concede todos los deseos y sana
todas las heridas para compartirla con todos los seres sintientes y
ayudarlos a alcanzar la iluminación.
Esta joya que concede todos los deseos se obtiene cuando nuestro
propio placer deja de ser un fin para convertirse en un medio
irrenunciable cuando contribuye al crecimiento de todos y cada uno de
los seres sintientes. Sin embargo el placer es completamente
prescindible cuando no es así, ya que, en ese caso sigue siendo el
fin, y es la propia renuncia la que contribuye al crecimiento de todos
los seres sintientes.                                           


En esto consiste el poder de la joya de amor y compasión que brilla en
el pecho entre las manos del Bodhisatva.
Cuando lo visualizamos y dejamos que se disuelva en nuestro corazón
estamos desde nuestra humildad y devoción recibiendo esa gema que
concede todos los deseos y sana todas las heridas. Recibiendo el amor
y la compasión del Bodhisatva y entregándonos plenamente. Confiándonos
a él superamos nuestros deseos y temores para simplemente permitirnos
ser.

martes, 5 de enero de 2016

Las antiguas sacerdotisas, el amor y la muerte.

Comparto este correo electrónico comentando y/o tratando de interpretar un artículo que gentilmente compartió con nosotros hace tiempo una compañera del taller de senderismo y meditación.   http://ellayelabanico.com/lasexualidad-como-sacerdocio/


Creo que no hemos entendido lo mismo a cerca del papel que jugaban las sacerdotisas “vírgenes”.    Que se refiriesen a ellas como vírgenes no quiere decir que se privaran de hacer el amor. Lo que quiere decir es que las relaciones sexuales solo ser permitían vivirlas como algo sagrado, como una ofrenda a todos los seres, como una experiencia no para satisfacer los propios deseos sino para brindarlo en beneficio de algo mucho más grande.   Cuando dice que las sacerdotisas eran vírgenes no creo que se refiera a que fisiológicamente lo fueran, sino que a la hora de investir el amor y la sexualidad sagrada cultivaban una energía purificadora, sanadora  en lugar de ceder al deseo de apegarse a las personas amadas.  No es que no amen y no vivan una emocionalidad plena lo que sucede es que viven una amor tan profundo que no se produce 

ninguna clase de aferramiento al ser amado y esto es precisamente lo que hace posible que el amor pueda transcender.  Esta forma de entender el amor es lo que las hace sacerdotisas, que es algo así como unas guía espirituales plenamente conscientes que pueden ayudar  a otras personas, desde su posición de sacerdotisas, a descubrir una forma de amar tan profunda que está más allá de los apegos emocionales.




Recuerdo que el otro día me hablabas de cuando al principio nos estábamos conociendo y comenzando a amarnos y tú te quedabas patinando cuando yo te nombraba la renuncia.  Solo nombrártela te tiraba pa’ atrás. En las relaciones de amor la renuncia es algo comparable a la muerte M. Es una realidad que la muerte existe, y por no pensar en ella no significa que no vaya a suceder.  Hay personas que la rechazan o la ignoran, la temen o la niegan, pero solo abrazarla hace posible el poder transcenderla.  Pues el amor es igual.  Entender el verdadero amor solo es posible abrazando la renuncia. Solo así se puede descubrir el amor transcendente.  Porque el amor es una entrega sin reservas y al mismo tiempo es el respeto más profundo.  Y ese respeto implica un desapego muy grande hacia el ser amado


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