Es
triste que existan tantos conceptos en la conciencia colectiva acerca
del sexo masculino y el sexo femenino. Donde quiera que vas la gente
emite juicios: “Los hombres son simples, las mujeres complejas”. A veces se lo escucho a decir a gente que realmente aprecio y me da pena.
“Los
hombres no podemos hacer dos cosas a la vez, las mujeres sí”. Y estos
son los juicios más lights. Si me voy a lo más heavy podría escuchar: “Los hombres engañan”, “las mujeres estamos legitimadas para desconfiar”. Y si seguimos por este camino podemos llegar a escuchar cosas verdaderamente terribles acerca de un sexo y del otro. Todos
esos conceptos son los que instigan nuestros temores y recelos
acentuando el abismo existente entre los géneros, es decir, la división
sexual. Como, por otra parte, el deseo sexual nos lleva a querer
franquear constantemente ese abismo, está abonado el terreno para que se
produzca irremisiblemente una guerra entre ambos sexos. La ambivalencia
nos empuja al precipicio del deseo y el temor, del placer y del dolor,
de la frustración y la satisfacción.
La
lucha de géneros no solamente tiene lugar en el exterior, en el
contexto relacional y social, también en nuestro propio mundo interior
queda declarada la guerra cuyas consecuencias son graves tensiones y
malestar a nivel personal, no importa a qué sexo pertenezcas.
Los
conceptos nos impiden percibir y conocer la realidad última de las
personas que comparten con nosotros la vida. Y concretamente, en lo que
respecta a la conciencia de sexos, los conceptos nos impiden percibir la
verdadera esencia del sexo opuesto y por consiguiente la esencia de
nuestro propio sexo.
Las
palabras del maestro budista Thich Nhat Hahn tal vez puedan arrojar un
poco de luz sobre este complejo círculo vicioso, que bien mirado, tal
vez no sea tan complejo sino más simple de lo que en principio parece:
Entre los hombres y las mujeres no existe nada que nos distinga. En esencia somos absolutamente iguales. Como mujer estás formada por un "no hombre". Como hombre estás formado por una "no mujer". La esencia del ser humano transciende la división de géneros. Nuestra condición masculina o femenina es impermanente y está destinada a cambiar. Si observas mucho más profundamente dentro de tí no hay nada que te defina como hombre o como mujer. No lo busques por que no lo hay. Te será imposible encontrarlo.
Eres mujer o eres hombre y es un verdadero tesoro formar parte de tu propio sexo, pero al mismo tiempo eres más que tu propio sexo.
Amor
incondicional es el amor que se encuentra más allá de toda condición, incluida
la condición masculina y la condición femenina. De todos modos para expresar el
significado del amor incondicional las palabras se quedan muy cortas. Tal vez
podamos acercarnos más con una mirada, una
sonrisa, una caricia, un beso…