Hay un momento en la evolución personal y social del ser humano, cuando una niña o un niño se empiezan a convertir en una mujer o un hombre, en que el ser humano se da cuenta de que sus relaciones sociales y su naturalidad en armonía con la esencia de su ser pasan por que se comporte como cuando está sol@. Puede ser él mismo o ella misma en el mundo de los adultos, no necesita hacer nada. Es tan sencillo como eso. Solo hay que ser y estar como cuando la intimidad que te proporciona tu estado de soledad te permite ser tu mism@. Este proceso de maduración te permite crecer y convertirte en un/a adulto/a. Pero el proceso queda abierto.
Esta comprensión te permite alcanzar cierto dominio sobre el mundo para desenvolverte y participar. Sin embargo no hay dominio. En realidad ese dominio es solo una ilusión de la mente. El ser humano se siente realizado en su expresión social cuando comparte lo más intimo de su ser con los otros, pero no basta con eso. Para que el ser humano pueda alcanzar la realización plena lo más intimo del ser de los otros debe acompañarlo en todo momento de su existencia. Incluidos esos momentos de soledad en que los otros, "aparentemente", no están. Solo entonces se produce el reencuentro y el redescubrimiento de lo más íntimo del ser.
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