domingo, 26 de abril de 2020

HAY UNA FORMA DE AMAR... El amor como ofrenda.


Existen muchas formas de amar y, aunque la semilla de la perfección está en todas, hay una forma de amar libre de todos los apegos y en armonía con todos los seres, cuya motivación es tan pura que cultivándola, sin duda, se alcanzan profundas realizaciones y se transita la senda hacia la iluminación.


Hay una forma de amar que es como una meditación. Cuando la concentración y la entrega es tan profunda que la energía de los seres amados se funde y desaparece en el otro. Cuando el amor y todo lo que eres y lo que no eres permites que repose en el ser amado y éste te tiende los brazos y te acoge como si te salvara de todo lo que está sujeto a la muerte y a la transitoriedad de la vida. Cuando por instantes se para el tiempo y sientes que en brazos del ser amado todo está bien y nada malo te puede pasar. Sabes/sientes que el ser amado experimenta la misma sensación de ser correspondid@ en el amor y darse por entero a ti. Cuando mueres y naces a través del amor éste es como una meditación muy profunda.  Cuando los dos amantes comparten esa entrega tan profunda y el amor te honra y honra profundamente al otro ser. Cuando en esa entrega sientes que nada importa, que nada te puede llegar a importar, que eres un ser vacío de todo concepto y abierto como una “nadiedad” entrando en comunión con otro ser en condiciones idénticas a las tuyas, donde la desaparición de los límites ilusorios simplemente sucede. Solo profundizando en el momento, experimentando como únicos e irrepetibles cada beso, cada abrazo, cada mirada, cada olor, cada sabor, cada palabra, cada sonido,  sintiendo que no hay nada que tengas que hacer ni ningún lugar a donde tengas que ir. Todo el universo está en presencia de esos dos seres que, en esencia, son solo uno. La motivación de fusionalidad es tan pura, tan libre de apegos de ninguna clase, que aunque veas dos, en esencia es un solo ser. 


Si observas a las parejas que se aman, cuando las ves besándose en un banco del parque, o paseando, cogid@s de la mano, junto al mar.  Es lo más parecido a ver a alguien profundamente concentrado en estado de meditación en la naturaleza.

Este tipo de amor donde cada beso y cada caricia es un profundizar en las sensaciones que te inspira el ser amado y trasmitir todo lo mejor y lo más valioso de ti. Donde el ser amado es una puerta que se abre hacia la eternidad.

Este amor que es algo sagrado, porque está más allá de nosotros. Ni lo creamos, ni lo destruimos. Está ahí, probablemente antes de que existieran lo seres que se aman, ya era y seguirá siendo cuando se separen. Este amor que no se puede poseer, por que no es de nadie. Ni siquiera de los seres que se aman. Ha surgido por que estas personas que se aman han hecho posible que surja a través de ell@s. Es tan mágico y tan sutil que no le puede pertenecer a nadie. Simplemente l@s amantes nadan en él y se sorprenden de que se hayan producido las condiciones para que aprovechen la oportunidad y el amor tenga lugar a través de ell@s, pero no pueden sino sentir la inmensa gratitud de experimentar la felicidad que conlleva.



Igual sucede con los estados de realización alcanzados a través de la meditación, no le pueden pertenecer ni siquiera al ser que los ha alcanzado. No son cosas que se puedan poseer. Y si tienen algún valor real es el de poder trasmitirla, implicando así mismo una responsabilidad. De este modo, la persona que ha alcanzado las realizaciones se convierte en el cauce para que esa sabiduría fluya hacia otros seres.  Es de esta misma forma que l@s amantes experimentan el amor cuando sucede de esta manera. Como algo que fluye a través de ti pero que no te pertenece. Si ha sucedido, como un regalo, es sólo para brindarlo. Para dejarlo ir hacia otras personas a quienes llene de felicidad como un tesoro que es.

Cuando se experimenta este tipo de amor trascendente no es algo de lo que uno sienta que se puede beneficiar. Es un amor que se da y que cuanto más das mas honrado te sientes por poder seguirlo dando. Solo dando estás recibiéndolo todo. La felicidad del ser amado es todo cuanto te hace feliz e invistiéndolo de todo tu amor le das tanto que lo trasciendes. Entonces, a través de la persona amada estamos amando a otras muchas personas, porque el amor que experimentas es tan profundo y tan inmenso que lo quisieras no solo para ti y para tu pareja sino para todos las demás personas,  para todos los seres sintientes. Este amor lo llamamos trascendente por que trasciende a las personas que lo experimentan. Cuando esto es así se vive como una ofrenda para todos los seres. Solo la felicidad del otro puede ser tu verdadera felicidad. Lo único que puede aliviar tu propio dolor es aliviar el dolor del otro.  Amor es compasión para todos los seres sin distinción. La gratitud es tan grande que no hay nadie que puedas dejar fuera de la ofrenda del amor. 



Todo esto me lleva a concluir que la sabiduría es parte del amor y el amor es parte de la sabiduría. Que hacer el amor es una práctica de meditación y meditar es una forma de amar. 

Supongamos que las caricias y los besos que damos y recibimos cuando nos entregamos al amor de esta manera son semillas plantadas en la piel de las personas implicadas en el acto. Estas semillas germinarán con el tiempo y darán flores y frutos en el cuerpo radiante y puro de otras personas a través de nuestro propio cuerpo y a través del cuerpo del ser amado. Lo mejor de ti llegará hasta ellas sin que tú ni tan siquiera las conozcas. Así mismo, a través del  cuerpo, la palabra y la mente de estas personas, en innumerables vidas, ese amor se difundirá llegando a todos los seres del universo. Por ello, cuando estamos dando una simple caricia, se la estamos dando a todas las personas que forman parte de la humanidad, a todos los seres que forman parte del universo. Es una cosa muy seria una caricia, un beso, una risa o un “te quiero”. Es nuestra conexión, nuestro vínculo y nuestra razón de ser. Si lo ponemos todo en esa expresión de nuestro corazón estamos amando a todos los seres a través de ella y entrando en conexión con todo el universo.  Hay que llevar la conciencia a cada beso, cada caricia, cada abrazo. Significan mucho. Más de lo que habitualmente muchos de nosotras y nosotros pensamos.






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