domingo, 19 de abril de 2020

LA TOMA DE REFUGIO EN LAS TRES JOYAS Y LA VACUIDAD.








La toma de refugio en las tres joyas es una práctica fundamental del Budismo. El motivo de la práctica en sí es la situación particular de desamparo que experimentamos en nuestra travesía hacia la realización. La práctica consiste en encomendarnos a las tres fuentes de refugio que son las tres joyas. El Buda, el Dharma y la Sangha. Es un acto similar a lo que supone para un bebé ponerse en brazos de su madre y confiar en ella. Tomar refugio en el Buda supone confiar en la realización de la budeidad implicando la eliminación de todos los niveles de confusión de la mente, así como el desarrollo de todo el potencial de la naturaleza de la mente omnisciente. Así mismo, supone confiar en la naturaleza búdica de nuestra propia mente para llegar a reconocer en ella nuestra propia budeidad. Se trata de un acto de devoción desarrollado a través de la propia práctica. Un ponerse en manos del buda interno y externo hasta que ambos se conviertan en uno. 




La segunda de las joyas, el Dharma, se refiere a las enseñanzas de Buda como un camino para alcanzar la budeidad. En este sentido, la práctica del dharma consiste en realizar las instrucciones para progresar en el camino hacia la iluminación. De este modo, al reconocer en el Dharma la segunda fuente de refugio nos confiamos a un camino, anteriormente trazado por Buda, de tal manera que si seguimos transitando por él, inexorablemente, nos lleva hacia la iluminación. Viene siendo como encontrar un sendero cuando estamos completamente perdidos dentro de un bosque y confiar en que nuestros pasos a través de él nos llevarán de regreso a nuestra casa. En un sentido amplio, toda nuestra vida se puede interpretar como enseñanzas/dharma/camino para nuestro crecimiento personal y como fuente de sabiduría que nos nutre para alcanzar la iluminación. El Dharma interno son las enseñanzas de buda puestas en práctica por nosotr@s mism@s. Se trata de dar vida al Dharma actualizándolo constantemente a través de nosotr@s mism@s con el desarrollo de nuestra propia persona, ejercitando la escucha, la reflexión y la meditación. Cultivando el amor incondicional y la compasión hacia todos los seres.




Por último, la Sangha es la comunidad. Se refiere a todos los seres que han alcanzado elevados estados de realización pero también y, en sentido general, al grupo de personas en las cuales confiar y con quienes poder compartir tus ilusiones más profundas. La sangha interior es llevar a esas personas en las que confías dentro de ti y cuidarlas no traicionando su confianza, ni realizando acciones con el cuerpo, la palabra y la mente, que vayan en contra del amor mutuo que se profesan los miembros de la comunidad entre sí. La sangha exterior en un sentido amplio puede ser toda la humanidad. Cuando venimos a la vida aceptamos que formaremos parte de toda la humanidad, y de alguna manera confiamos en el ser humano como especie. La expresión de esta confianza es desear venir a la vida y formar parte del género humano. De alguna manera,tomar refugio en la sangha en este sentido tan amplio y profundo supone creer que todas las personas tienen la naturaleza búdica y confiar en que dicha naturaleza se expresa dentro de cada ser en cada instante. Incluso, a pesar de todo el sufrimiento que desarrolla el ser humano en la existencia, ser capaz de ver a todas las personas como budas y confiar en ellas es una de las expresiones de la toma de refugio en la Sangha. Pero esto no acaba aquí, tomar refugio en una sangha/comunidad en un sentido tan amplio puede no abarcar tan solo a las personas, sino también a animales, cosas y en general a todos los seres y fenómenos en los cuales poder confiar o que puedan depositar su confianza en nosotr@s.


En resumen, este acto de devoción que es la toma de refugio consiste sencillamente en ponerse en manos de esta sabiduría primordial y confiar/confiarte a ella. Se trata pues de darse y entregarse plenamente a una sabiduría transcendente, a la plenitud del amor del ser, a la vida como camino, a la comunidad de seres que persiguen la libertad interior y el amor consciente.  En este acto de toma de refugio se expresa plenamente la vacuidad pues se difuminan los límites de lo externo y lo interno. Cuando confiamos en el buda de cada ser, en la comunidad representada en su sentido amplio en la humanidad e incluso en el conjunto de todos los seres estamos profundizando en la vacuidad. Desarrollamos una motivación pura de plena entrega y nos hacemos parte de todo en cuanto confiamos. Del mismo modo permitimos que todo en cuanto confiamos forme parte de nosotras y nosotros mismos. 



De este modo la vacuidad, que se cultiva a través de la disolución de los conceptos acerca de un yo con existencia independiente y de una percepción errónea de los fenómenos con apariencia de existencia intrínseca, a través de la práctica de la toma de refugio, que es un ponerse en manos de la sabiduría primordial, se convierte en un vehículo para disolver, los conceptos y las percepciones distorsionadas, transcender las apariencias y entrar en comunión con la naturaleza última del universo y de todos los seres que lo integran. 



Esto se hace patente al cultivar y desarrollar ese sentimiento de comunión entre lo externo y lo interno. Al entregarnos a las tres joyas y tomar refugio morimos como seres independientes al dejar de percibirnos como tales y vernos como parte de todo aquello en lo que confiamos.


Practicando la toma de refugio, cultivamos la devoción en las tres joyas y estamos disolviendo las apariencias, meditando en la vacuidad y transformando las percepciones erróneas para alcanzar un estado de buda más allá de las ilusiones generadas por nuestros apegos y nuestra ignorancia.



La mente despierta es la mente que es consciente de la vacuidad de todos los fenómenos como resultado de la práctica de la devoción, la visión penetrante, el amor y la compasión.

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